Que nunca me falten cigarrillos,
ni una roja jaqueca y su analgésico.
La ansiedad y sus debidos ansiolíticos,
el miedo y su carencia de motivos.
Que no deje de ser jubilada apresurada,
como si tuviera que marcar cada hora en la tarjeta.
Mis anteojos, eso sí, que no me falten,
ni mi aguda mirada al eucaliptos, a los cerros,
a todo, al lapacho. Que no me falte el silencio.
Ni papel, ni lapicera. Cualquier papel
y que esa lapicera escriba.
Que abunden las plantas en mi casa,
que ni un gajo le falte el respeto
que le tengo a mi propio diminuto paraíso.
Que no falte mi amigo
le cuento a la vida que lo necesito
siempre es el último que queda.
Y bueno…que no le falte una pulga a mi perro,
pero él no las conoce, no tiene ninguna.
Que no me falte el pan y el dulce de membrillo
siempre a mano
y una botella de agua ,mágicamente llena
pura y fresca…
Como los días, de la vida, los detalles
lo improbable ,la impaciencia vana
Esta dulce pereza y unas ganas de algo,
una cosa ,un regalo
al fin, un día más .
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